sábado, 23 de abril de 2011

A esto llamo una noche de mierda.

Me aturden los gritos, cada vez se oyen más fuertes.
Mi cabeza está poblada de insultos.
Una contestación lleva a otra y así sucesivamente.
El problema surgió por un paquete de cigarrillos de mierda.
El tiene un mal humor que apesta.
Estoy podrida de estar en el medio de peleas porque no se qué hacer.
Algunos me dicen que debo callarme y observar desde afuera.
Otros, que tengo que reaccionar bien o mal. Me inclino más por
la segunda opción, a mi ya no me pasan más por encima.
Ya no callo más, no voy a darles el gusto de que sigan pensando
que soy chica y que todavía no entiendo.
Chica las pelotas, tengo 16 años y se todo lo suficiente
como para reaccionar cuando se debe y callarme cuando
no corresponda que hable.
No tengo por qué pasar estos malos momentos.
Él es mi papá, se pelea con la novia.
Me tienen hartos, no se puede estar un día en paz.
Hace dos meses y medio que no lo veía.
Y cuando me decido a venir pasa todo esto.
Ok, es hora de ponerle un fin a la situación porque ya no soporto
la locura que poseen encima ambos.
Van a terminar enfermándome y voy a contagiar
al que me rodea.
Uno, dos, tres. Respiro.
Esto se trata de aguantar un poco más.
Sólo un poco más.
Uno, dos, tres. Respiro.
Esto se trata de aguantar un poco más.
Sólo un poco más.
Pero todo vuelve y ésto se convierte en un boomerang constante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario